TOLEDO 8-8-13
Cojo el autobús de las 16:30 Polán-Toledo. Aún deteniéndose en Guadamur con su espléndido castillo, apenas le cuesta unos veinte minutos. Subo por el mismo camino de siempre entrando por la Puerta Nueva hacia la calle de Gerardo Lobo donde está la subida mecánica hasta la calle de las Armas. Gerardo Lobo tiene una piedra granítica conmemorativa de su actividad poética en un mirador que hay a unos pocos metros de su calle con vistas sobre la Antequeruela y la Huerta del Rey. Doy un breve paseo por el Miradero y me acerco hasta el Alcázar –edificio que suelo evitar en mis visitas por su infausto recuerdo- Acaban de cerrar el museo del ejército y por tanto su visita; mejor, el domingo es gratuita e intentaré visitarlo venciendo mis reparos. Hace mucho tiempo que no he entrado en su recinto. Pero siento curiosidad por la biblioteca que hay instalada en su penúltima planta (la octava), aunque antes me allego hasta la novena y descubro en un espacio cuadrado mínimo una cafetería con vistas. Es el punto más alto de la ciudad y la vista se extiende por tres balcones a casi toda ella. Hay que joderse, los tres puntos más altos de Toledo son El Alcázar, la catedral y la iglesia de los jesuitas (San Ildefonso). Dos de ellos sobran, qué se le va a hacer. Pero hay que reconocer que es un lujazo. Así que me pido un refresco y dilato mi estancia en la cafetería. Me quedo solo con el camarero que vive en Burguillos. No es de Toledo y no le gusta la ciudad porque a partir de las ocho no hay nada que hacer en ella. Afortunadamente. Bajo un tramo de escalera hasta la biblioteca. Pido dos libros para hojear allí mismo: “Breve historia de Toledo” de Leblic y Toledo Olvidado. He contactado con el autor del segundo libro antes de venir por estas tierras y me he hecho micromecenas para que pueda publicar el segundo libro. Es una publicación ilustrada grande con fotos históricas del Toledo antiguo, original, en muchos casos desaparecido. Ese mecenazgo me supone la entrega del libro allá por Navidad cuando esté
publicado y la consignación en el mismo de mi nombre como mecenas. ¡Quién lo
hubiera imaginado! Tras mi bajada doy un paseo por las callejuelas que hay en
el costado sureste: la plaza del Seco, la calle del Cristo de la Calavera, el
callejón de los Niños hermosos (para inventar calles y nombres de las mismas
Toledo se las pinta solo). Aparezco en la plaza de los santos Justo y Pastor
justo en el preciso instante en que el párroco abre la iglesia. Esta
desconocida tiene varios puntos de interés aparte de su suelo hundido en varios
tramos de su perímetro. Un ábside mudéjar con arcos de medio punto y arcos de
herradura enmarcados por arcos polilobulados (lo usual del mudéjar) Una pila
bautismal que creo han posicionado en una capilla cuando antes estaba a la
entrada. Y la capilla mozárabe del Corpus Christi del s.XIV con arrocabes y
filigranas árabes de un gusto, colorido y riqueza inigualables “cinco arcos
angrelados, con mocárabes y yeserías policromadas; original techumbre de madera
con lazo aoctogonal; azulejos de los siglos XV-XVI” dice una de mis guías. Es
la capilla del lado del evangelio. En la de la epístola esta enterrado Juan
Guas, arquitecto de San Juan de los Reyes –donde se casó Miguel. La plaza de
San Justo ha sido y está siendo urbanizada; tiene ahora una estupenda fuente
con cuatro caños –hay que comerse un cocido en la Gran Montería antes para
poder apretarlos- pero de las que funcionan. Unos bancos a la sombra de su
breve arboleda. Desde allí se contempla una postal de la torre de la catedral. Vuelvo
por la calle de Sixto Ramón Parro (a espaldas de la catedral) y donde está la
casa donde vivió y escribió su ingente “Toledo en la mano”. Y como se va echando
la hora encima, me paso por la calle de Martín Gamero donde está la librería
Hoja Blanca y me compro, pues el libro de historia de Toledo que he consultado
en el Alcázar. 25 eurillos, que sumados a los del libro de la catedral que ni
cuento, y a los otros tantos que llevo en librerías últimamente con tema
toledano… Inma me echará de casa. Y me digo ¿para qué quiero yo el ebook? Es
que claro… estos libros no están disponibles o mínimamente accesibles en esos
cacharros, así que a gastar… Con mi regalazo en la mano vuelvo por Zocodover a
la estación de autobuses, pero aún me queda tiempo para acercarme a la orilla
del Tajo donde han colocado una esbelta y grácil noria y donde el río aún
sereno no ha entrado en el torno de la ciudad que le aprieta y aturulla como un
corsé. Allí donde Garcilaso se llevaba a su amada a holgar y a fumarse su porro
de entonces que le hacía ver ninfas bañándose en el río por doquier. En el
autobús de vuelta dos mujeres comentan detrás de mí con ese lenguaje típico de
los “bolos” sobre una amiga común fallecida hace poco con palabras como
“ceática”, “hermosa”, “anda conque…” “muchacha”. El de al lado también comenta
sobre una defunción con una conocida dos asientos más adelante. Tocaremos
madera. Así llego a Polán, comarca de la Sisla, aunque la mayoría la incluyen
en la de los Montes de Toledo. El día que llegué había una furgoneta aparcada
enfrente de casa pero sin invadir el acceso al garaje. Cuando estaba preparando
la cena llegó el propietario, que es un vecino y la retiró; al momento se
presenta en la puerta y me dice por la ventana de la cocina que abra. Me da un
melón y me dice que perdone por las molestias de aparcar en la fachada de mi
casa. Me quedo sin saber qué contestar. Al día siguiente me pasé por su casa,
estaba su suegra y le dije que la calle no es mía que puede aparcar a sus
anchas. Así es esta gente que estoy descubriendo. Por cierto, el melón es el
mejor que he comido en todo el verano. Como el libro de la catedral no me lo he
traído por su peso, he comenzado a leer
la historia de Toledo. Antes de los romanos vivían por estos pagos los
carpetanos (pueblos iberos); cultivaban vid, olivos y mies. Eran buenos y
robustos luchadores y servían de mercenarios a los cartagineses y a veces se
atrevían a enfrentarse con ellos. Luego vinieron los romanos y la jodieron. Así
que somos una mezcla de carpetanos y romanos que luego se difuminó con sangre
visigótica y árabe. Seguro que había más sangre carpetana en la familia de
mamá, con desgraciadas excepciones, que de las otras razas.