Thursday, January 29, 2009

LET'S SPEAK ABOUT SEX IN A HILARIOUS WAY

Proponía Javier Cantera (a parte del cambio de letra del himno terciario) con el tiempo ir acotando los diversos problemas de nuestra vida anterior, entre ellas el sexo. Le contestó Bas con una sutil distinción entre sexo y genitalidad y el equívoco de una sociedad como la actual que se empeña en confundir y conjuntar ambas cosas y en diferenciar la homo y bisexualidad, etiquetando a cada cual según su comportamiento relacional etc... En algún rincón de estas páginas podréis leer tan gustosa sutileza. Echo de menos muy mucho la autoexclusión de Manuel de estos avatares, pero a la vez comprendo porque envidio su decisión. Vale la pena renunciar a factores más externos para concentrarse en vivir intensamente el recorrido que queda entre el final de una etapa acaparada por el trabajo mercenario y la recuperación de esa misma vida sin más pleitesías que las que uno quiera ponerse (salvadas las distancias de la enfermedad y sus secuelas). Bueno, pues yo con menos disquisiciones filosóficas y más propiedad práctica voy a acometer el tema, sencillamente porque me da la gana. Recordar no es el ejercicio de la memoria histórica, sino analizar los recuerdos y comprender sus circunstancias. A nadie nos da recordar por recordar. A estas alturas de la vida no creo que tampoco nadie entienda que voy con intenciones de inquina, desquite, desautorización, o simple venganza. No soy revanchista. El odio no lleva a ninguna parte y tal vez en las mismas circunstancias yo hubiera actuado de igual forma que aquellos a los que presumiblemente critico. Olvidaros de tan simplista interpretación. Pero hay que coger al toro por los cuernos y decir las cosas como las sentimos entonces y ahora. Afortunadamente ya éramos conscientes de casi la misma interpretación de lo que nos sucedía que ahora, sólo que no teníamos la ventaja de la perspectiva y ahora contamos con otra ventaja: no somos tan ingenuos y no nos creemos las cosas que entonces nos creíamos y que anulaban el ejercicio de crítica que nos hacíamos.

Urgencias

La confesión general.

Los educadores que nos cupo en suerte no eran angelicales criaturas desprovistas de urgencias orgánicas. Y se buscaban sus compensaciones supletorias, las que quedaban más al alcance: el recurso fácil a las mujeres del entorno (limpiadoras, lavanderas, alumnas, beateríos). Qué más me da. Eso sí, criticaban con dureza las mismas veleidades cuando éstas nos sucedían a nosotros. Recordad la crítica agria que le lanzó un definidor a Martorell cuando honestamente decidió desistir porque se había enamorado. Y era amor de pareja, serio y que aún permanece. No un ensayo biológico como el de ellos. Siempre ha habido en materia de sexo la filosofía de que esto es bueno para mí, pero muy perjudicial para vosotros, chavales. La primera charla sobre sexo que se nos dio (si lo preferís, que se me dio) fue en Totana. A quién se le fue la mano para que viniera a hacerlo un personaje que no era el más adecuado, un hermano o primo de Paco Rabán, y por tanto tío de Bárbara Rey (sus aspiraciones ya estaban en su apellido). Más que una charla sobre la sexualidad humana fue un escaparate de despropósitos sobre los peligros que acechaban a jovencitas como su sobrina que aspiraban a ser alguien en el mundo del espectáculo. La palabra más sobresaliente y abundante de dicha charla fue “cepillarse”: se la cepillan, se la han cepillado, se la quieren cepillar. Fue la primera vez que yo oía dicha expresión aplicada a un ámbito que no tuviera que ver con la ropa. Yo hasta entonces me cepillaba el hábito, los zapatos, la chaqueta... desde aquel día me entraron ganas de cepillarme también otras cosas. Y claro, el cepillado está intrínsecamente relacionado con el polvo. Sin polvo no te puedes cepillar nada, es una tarea inútil.