Tuesday, June 30, 2009

POR FIN LOS SEIS JUNTOS


















Tuvo que ser un festejo (el bautizo de Marcos, hijo de David y de Raquel y nieto de Pedro) el que por fin nos juntara a todos los hermanos por primera vez. La víspera me alojé donde Pedro después de no sé cuántos vericuetos para llegar a su casa hasta que Pedro y Raquel me rescataron de mi extravío por algún sitio del Parque Coimbra. Estaban Rosi, sus padres y Paula, la otra nieta, pensando ya en el color de sus uñas para la ceremonia. Por la noche se acercaron Víctor y Juan con sus respectivas. Tomamos unas raciones de quesos, foie-gras, jamón, chorizos y más fiambres, regados con cerveza y chupitos con que nos obsequió Pedro en una terraza al aire fresco de la noche. Algo de sobremesa y a las 2 de la noche nos íbamos a dormir. Al día siguiente la marabunta: vestirse y acicalarse, reunirse y ya todos de postín llegar a un lugar mágico como es el pueblo de Navalcarnero. Las gentes del lugar se desparramaban por sus calles peatonales y soportales de vetustas y bien cuidadas casas solariegas en el mercadito de artes de mantelería (encajes, bolillos). El enorme volumen de su iglesia de estilo castellano se expandía alrededor de su torre mudéjar rematada con chapitel escurialense de pizarra. Ceremonia larga con ocho bautizos entre el altar y la capilla plateresca de su virgen. David, el padre de la criatura, estuvo omnipresente y atento a todos los movimientos de la comitiva como después en el banquete y atentísimo para con su hijo. Departimos a la entrada y a la salida. Y de nuevo en marcha para ir al banquete en Móstoles (¿o era ya Fuenlabrada?). Surtido banquete en comer y beber. Seguía insistiendo David en que pidiéramos a discreción. La sobremesa esta vez se hizo larga sin darnos cuenta; tánto había que comentar. Se terminaba a las 8 de la tarde con la partida de los demás hermanos. Yo me quedé un rato con familiares y amigos de Rosi y Pedro hasta que una hora más tarde también tocaba regreso. Me cambié para el viaje de vuelta a Valencia que, tras perder el hilo de la M50, me llevó por su hermana menor la M30 al mismísimo centro de Madrid; eso es que yo tenía querencia inconsciente, pero a esas alturas del día y del cansancio me supuso un retraso de más de una hora. Gracias, Pedro y Rosi, por vuestra acogida y cariño. Gracias a Paula por sus gracias y decires con que nos ha encandilado a todos. Gracias, David y Raquel, por vuestra constante atención. Gracias a todos. Esta fiesta no la olvidaremos. Espero que se prolongue en Salillas dentro de dos semanas.