Tuesday, March 25, 2008

POR TIERRAS DE IRELAND

VIAJE A IRLANDA
DEL 14 AL 20 DE MARZO DE 2008

GRUPO: MARY, MARI, CARMEN, FEDE Y BELÉN, MARÍA JESÚS Y DIONI, CRISTINA Y NACHO, JUAN Y CARMEN, SALVA, PEDRO.

14 MARZO 08: VIERNES
Entre las 5:30 y las 6:00 llegamos todos al aeropuerto de Manises. Saldamos deudas atrasadas. Algún pequeño susto por un DNI caducado. A las 7:30 sale el vuelo FR9884 de Rayanair a Liverpool adonde llegamos a las 9:15 con 15 min de adelanto y con un pequeño susto en la frenada del aterrizaje. Tras recuperar el equipaje y facturarlo nos fuimos a la cafetería (aceptaban euros pero devolvían en libras). Foto con la escultura de John Lennon –que da nombre al aeropuerto- Algún cigarrillo al aire libre para pisar aire británico y ver un submarino amarillo, el trasiego de autobuses, un equipo de rugby con facha de celebración de St Patrick’s y un grupo de chicas con cuernos amarillos que celebraban una despedida de soltera. Sufrimos un registro digno de militantes del IRA.
13:00 Salida rumbo a Derry en el vuelo FR6432 del Grupo Lesma. (Fotos de la zona tras el despegue y desde el cielo de Derry).Llegamos a las 14:00. La pista comienza junto al mar y el aterrizaje fue algo anticipado. Nos esperaba Gerard con su furgoneta de pasajeros. Parada en el supermercado Dunnes Store de Letterkenny para proveernos de materia prima (bebida y bocadillos) para las marchas. De la ciudad se divisaba la aguja de la catedral de S.Eunan y la aguja de otra iglesia junto al lago. Admiramos el paisaje de suaves ondulaciones y verde manzana del norte de Irlanda con pequeños rebaños de ovejas merinas pastando en dehesas; sus iglesias y cementerios adjuntos, sus caseríos dispersos y hasta una boda junto a una iglesia circular.
Llegamos a Ardara. En el hotel la “landlady” nos preparó un té caliente. Salimos hacia el pub (era el Nancy’s?) donde había que registrarse. Primeras pintas de Guinnes y a la hora convenida nos registramos en las tres marchas difíciles (strenuous) 95€, tras una breve orientación de Paul:. Juan y Carmen en el paseo del primer día. Y a dormir para estar en forma.

15 DE MARZO 08: SÁBADO
Desayuno a las 8:00. Nos preparamos los bocadillos y mochilas y marchamos al Community Centre; concentración en la cancha de baloncesto con sesión oficial de fotos (de las que nunca más se supo). Paul nos explica el recorrido entre Teelin y Malinbeg pasando por Bunglass, 500 m de altura acumulada. Decidimos unirnos al grupo que procedería de Teelin a Malinbeg (otro grupo haría la ruta en sentido contrario). Tres microbuses; nosotros con Gerard. Pasamos la población de Carrick. La marcha comienza con una subida rápida (rompepiernas) y una larga senda escalonada con losas de piedra que nos dejará ante la visión amenazante de la panda del Slieve Liegue (acantilado más alto de Europa). No se ve la cumbre porque una niebla persistente nos la oculta. Lluvia, viento y frío. Llevamos puestos todos nuestros pertrechos: gorro, guantes, chubasquero completo. Los bancos de niebla se suceden con rapidez. Entre uno y otro podemos hacer alguna que otra foto rápida. En la cima del acantilado (cliff) una linde de poco más de un metro de ancho (One Man’s Pass) nos franquea en dos ocasiones el camino. No se ve el fondo, pero al pasar Paul nos recuerda no sin cierta sorna retadora: “six hundred metres on the left, six hundred metres on the right”: esa es la caída libre del vacío hasta donde rompe el oleaje. La falta de visibilidad nos facilitó el no sentir vértigo, pero desde ese día sueño despierto algunas pesadillas de atracción al vacío. Esta ruta supuso nuestro bautizo con un firme irlandés que esconde sorpresas: no hay camino, lo hacemos al andar y de paso hundimos nuestras botas en una hierba traicionera que nos impide ver el agua que la encharca y los agujeros (holes) que a veces abre el agua en la tierra pero inadvertidos para el que camina. A esa sensación pesada de hundir los pies en el agua-fango-hierba la llamamos a partir de entonces “chop, chop”. En la bajada y ya aclarada la niebla, fotografiamos los precipicios y la cumbre que habíamos dejado atrás y una especie de fortín de piedra que debería de ser los que llaman el “giant’s chair”. Los guías llevaban cintas para significarse, algunos de tantos colores como veces habían escalado esta altura. A mitad de camino nos cruzamos con el grupo que había iniciado la ruta en Malinberg. Llegamos al bus bastante mojados y ateridos. Tras una ducha reconfortante volvimos a ser nosotros mismos. Cena tipo desayuno (tostadas, zumo, té) más un plato de bacon y huevo... nos devolvió el ánimo. Marchamos a un pub donde un trío tocaba y cantaba música folk en directo. Ocupamos un reservado frente a la barra. En Ardara tomábamos las pintas a 4€ y las medias pintas a mitad de precio. Luego en Dublín se encarecería cada una en un euro. De vuelta al hotel nos dedicamos a secar las botas con los secadores de pelo y los radiadores. Cada oveja dormía con su pareja, excepto Salva y yo que compartíamos habitación; y las dos Marías y Carmen que estaban en el albergue en una habitación más incómoda, pobrecillas. La ropa húmeda se la dimos a la señora del hotel para que la colgara en una sala caldeada.
Juan y Carmen habían tenido su correspondiente sesión de marcha por los famosos “cottages”, paseo que resultó más largo de lo anunciado. Pero tuvieron tiempo de darse una comida, una siesta y el té de la landlady.

16 DE MARZO 2008: DOMINGO
Segunda marcha difícil (strenuous), esta vez algo más al norte que ayer, también por la costa: entre Port y Maghera: las 6 horas se convirtieron casi en 8 con una altura acumulada de 880 m. Unos 90 senderistas. Día seco (ya no nos volvería a llover en el resto de nuestra estancia en Irlanda). Pero fue un día de frío y viento; toda la marcha se desarrolla por los acantilados, más suaves que los del día anterior, con buenas vistas sobre las ensenadas que se abren en el mar surcadas de islotes o peñascos. Las subidas son constantes, con abundancia de “chop, chop” y de hoyos, muy resbaladizo debido a las lluvias precedentes y al hecho de que la tierra ya no admite más agua; hay grandes extensiones de turba que sobresale entre medio y un metro y que hay que escalar y descender constantemente. Marcha lenta en la primera mitad del recorrido, con constantes paradas. En una de ellas y a la vista del Glen Loch se nos contó la historia de un Carlos de Inglaterra y del poeta Dylan Thomas; el primero estuvo algunos días por la zona que consideraba el lugar más plácido del mundo; el segundo rondó la zona y se albergó en un cottage para desintoxicarse de su afición a la bebida y las drogas. Más acelerada la segunda parte por lo que hubo dispersión de senderistas y dudas en cuanto al camino a seguir ya que los guías no asistieron a todos los grupos. Hubo algunos incidentes: una mujer irlandesa tuvo que abandonar (a partir de ahí Carmen tendrá que soportar la bromita del “Are you ready?; como yo la de New York o la estatua de la Libertad del primer día. Que se lo digan a Salva; alguien de nuestro grupo se cargó de malas sensaciones tras varias culadas. Otro alguien del grupo se cayó y golpeó la barbilla con una piedra; posteriormente se coló en un agujero y se dobló la pierna por lo que tuvo que hacer la última parte del camino en volandas de Paul y otro guía sorteando constantemente una manguera de riego. El último tercio de la marcha, el más caótico (dispersión, dehesa vallada, falta de guías...) vino acompañado por la visión de la bahía de Maghera y de sus dunas y playa, aunque no podíamos ver sus cuevas alojadas a nuestros pies. Nuestra queja surtió efecto pues al día siguiente los guías fueron muy efectivos y disciplinados. Llegamos exhaustos y sudorosos al autobús. Ducha, cena accidentada con desmayo y visita de urgencias de un alguien de los anteriores al hospital de Letterkenny en taxi acompañada por Mary, a quien le tocó hacer de buena samaritana. Afortunadamente, tras un día de reposo, todo fue bien y en Dublín nos sonrió la fortuna. Nos tomamos el merecido consuelo en el pub, esta vez al Nesbitt Arms Hotel con música irlandesa en celebración de la víspera de St Patrick’s. Fede, Juan y Carmen habían hecho su recorrido particular por Ardara, su playa y sus paisajes.

17 DE MARZO 08: LUNES, ST PATRICK’S DAY
Ruta por el Parque Nacional Glenveagh y los montes de Derryveagh. Fuimos 35 excursionistas. Se hizo en 6 horas, media hora menos de lo calculado, con un ascenso acumulado de 750 m. En la primera escalada el que suscribe metió la pata en un agujero y se dio un golpe en la rodilla que se le puso como un balón; no tuvo más remedio que callarse y aguantar el mal trago; con unos masajes bajó la hinchazón y pudo proseguir el camino. Aún la tengo dolorida y algo hinchada. La verdad es que no me molestaba al andar, sólo me dolía. Constantes subidas por un terreno afortunadamente rocoso, de granito, pues pisar por la roca era más seguro y menos resbaladizo que por la hierba traidora, que también ocultaba sus amargas sorpresas. Muchos lagos y espléndidas vistas; sólo dos paradas para bocadillo; pero alguna parada más para conmemorar el día con música irlandesa (un guía se llevó su flauta) y un breve baile. En un momento determinado se veía desde una de las cumbres (aquella en que encontramos gran cúmulo de nieve) cuatro cimas en sucesión: la primera el Errigal, un isósceles impresionante por su belleza, la última el Glen Poison. Nos explicaron que en Septiembre se hace una marcha que dura 24 horas y que transcurre por las cuatro cumbres. Veíamos desde esta aquí el Slieve Liegue al sur; entre el Slieve Liegue y nosotros, las cumbres de los acantilados de la marcha del día anterior. Al norte, la isla Tory; algo más acá el Bloody Foreland (=cabo sanguinolento, por su color) y al sur la isla de Aran cuya presencia nos había acompañado casi toda la ruta del segundo día. Las vistas del segundo y tercer día fueron realmente espléndidas. Uno de las cumbres (la nevada) era redonda como un balón, para escalarla hubo que dar un rodeo y en su subida, al ser redonda no se veía nunca el final. Conforme ascendíamos el punto culminante se desplazaba también dando sensación de no llegar nunca. Curioso. Despedida en el Community Centre de Paul y Donnald. Fede, Belén, Juan y Carmen habían pasado el día en comandita visitando en taxi las cuevas de Maghera y luego Killybegs (el pueblo de pescadores). Tras la cena pagamos religiosamente a la dueña y nos marchamos al pub, al mismo que el segundo día, el del reservado. Había música en directo y una anciana desdentada e incansable sacando a bailar a cuantos se le cruzaban en el camino que no eran pocos. Nuestra última pinta en Ardara.

ARDARA-DUBLIN 18 MARZO 08
A las 6.00 ya estábamos en la furgoneta de Gerard rumbo a Donegal; misma dirección que si fuéramos a Killybegs pero poco antes se desvía a Inver para llegar a Donegal y a su miniaeropuerto: minisala de espera, minifacturación (no hubo problemas de peso, por suerte) y el pequeño susto de alguien que no encontraba la documentación –costó de tan bien escondida como estaba- Superada la sorpresa iniciamos el vuelo RE202G de AerAran que atraviesa Irlanda dirección NW-SE y entramos en la bahía de Dublín del que vemos perfectamente el puerto desde el aire. Tomamos el bus aeropuerto-Dublín con billete de ida y vuelta que nos desembarcó en O’Connell Street, cerca del monumento a la luz y junto a la estatua de James Joyce con quien algunos nos hicimos la correspondiente foto. Caminamos arrastrando nuestras maletas hacia el río: pasamos por el edificio de Correos con la placa conmemorativa de la declaración de independencia; en el centro de la calle un carril peatonal con unas esculturas cibernéticas de hombre o mujer en movimiento. Grandes almacenes, tiendas de ropa, Cruzamos al otro lado de la calle por delante del monumento a O’Connell y cruzamos el puente por su lado occidental para por Aston Quai (pegado al río Liffey) llegar a Anglesea St que es donde está el albergue. Tras una larga espera dejamos las maletas amontonadas a la entrada pues hasta las 14:00 h no nos daban habitaciones y marchamos a rondar la ciudad. Primero, Trinity College: entramos en sus recintos y después de desayunarnos en su restaurante nos apuntamos algunos a una visita guiada que terminaría en el museo del Libro de Kells y en la Biblioteca antigua. Se nos explicó el origen de la universidad, la sucesiva organización de sus edificios, los estamentos de la misma (students and fellowers), algunos personajes célebres (como las dos estatuas que flanquean el campanario de su patio interior; uno, un rector que se tuvo que tragar su promesa de que las mujeres no estudiarían en esa universidad y otro famoso profesor. Pasamos por la esfera dentro de otra esfera, tipo de monumento que se halla en otras ciudades (N.York, Tel-Aviv, etc..), la bilbioteca nueva donde se conserva un ejemplar de cada libro que se registra en el país, para seguir con la exposición del Libro de Kells (manuscrito del s. IX de los evangelios en latín ilustrados con viñetas o letras a todo color; la exposición abunda en la explicación del libro y su época) Pasamos a continuación a la Biblioteca antigua: anaqueles de madera catalogados por letras con los libros antiguos embutidos en sus estanterías, efigies en mármol de personajes célebres de la historia irlandesa (Swift...), un cartel anunciando el discurso de independencia con la firma de los declarantes, las escaleras de madera para alcanzar a los libros, mesas con documentaciones originales, el arpa más antigua de Irlanda y otros objetos como una máquina de escribir muy antigua, su artesonado de madera, etc.. Pasamos frente al Bank of Ireland (sede del parlamento hasta 1804). El actual parlamento (Dail Eireann) está en Merrion Sq. Volvimos al hostal a pedir habitación. Faltaba alojar a uno así que a propuesta de mi cuñada y hermano me quedé yo en su habitación. El grupo decidió hacer una derrama para paliar el precio doble que les costaba la habitación a Juan y Carmen. Y ellos correspondieron con una invitación en el restaurante/pub ¿alguien recuerda su nombre? de estilo neoclásico que se encuentra saliendo de Anglesea St a College Green, justo enfrente. El edificio fue antiguamente un banco y conserva su configuración, incluso un letrero en el que van corriendo las entradas con los índices de la bolsa. La barra impecable con una gran cantidad de grifos de barril con todas las clases de cerveza: Guinness, Stout, Beamish, Kilkenny (¿qué otras recordáis? Cristaleras, estucos y hasta un viejo piano desafinado en el que alguien toqueteó algunas melodías. Nos sentamos en taburetes altos y degustamos tranquilamente la cerveza y el momento mientras conversábamos animadamente. A la entrada, una efigie en bronce de un notable periodista irlandés, Patrick Kavanagh, que acudía a ese pub a atiborrarse de vaho etílico. Dimos una vuelta por Grafton St. Cenamos ese día en un restaurante italiano: dos platos y bebida. Después de la cena Salva, Juan y yo nos nos perdimos por el puente del medio penique, Ormond Quay Lower, Grattan Bridge, Parliament St, City Hall, nos asomamos al castillo de Dublín y volvimos al rebaño. Luego fuimos todos de “pubeo” por Temple Bar. Creo que estuvimos en el pub de enfrente del albergue con actuación en directo (vocal-guitarrista y acompañante) Costó dormirse porque el pub Oliver St John Gogarty (el mismo del albergue) estuvo abierto hasta tarde.

DUBLIN 19 MARZO 08
Me desperté a las 6:00. Así que a las 6:30 salí a dar un paseo matinal por Dublín. Me recorrí toda Grafton St. Los primeros trabajadores marchaban con prisa hacia su destino. La calle peatonal estaba vacía (a la vuelta la veré toda ocupada por los camiones de reparto). La calle desemboca en St Stephen’s Green. Recorrí su ala norte, pasé por delante del hotel Shelbourne: sobre su verja corrida, unos pilares rematados en bronces representando mujeres nubias portalámparas. Su entrada con puerta giratoria nos deja en un vestíbulo con bellas lámparas de lágrimas de cristal; estancias de lujo y clientes de alto estándin, conserje con sombrero de hongo. En una esquina un monumento megalítico en honor de Tone (dirigente nacionalista) al que llaman Tonehenge por similitud con Stonehenge (sur de Inglaterra) Cogí un periódico gratuito; la noticia del día es el atropello de dos chicas irlandesas en una ciudad italiana por un chófer que superaba en tres veces la tasa de alcohol. Por Merrion Street Upper desemboco en Merrion Square. Le doy una vuelta fijándome en los pórticos georgianos de sus casas, sus balcones de hierro forjado, sus sótanos típicos con escalera exterior de acceso, sus verjas de hierro. De vez en cuando una placa en que figura el personaje que vivió en dicha casa (O’Connell, Yeats, Wilde). En Merrion Sq West están los edificios de la National Gallery y del Parlamento. Vuelvo deshaciendo mis pasos por el mismo camino al albuergue. Desayuno continental a las 8:00 (por suerte menos continental que los que sirven en Inglaterra). Decidimos visitar el castillo de Dublín, la Christ Church Cathedral y la National Gallery. Salimos sin Mary, que tenía visita familiar, hacia St Andrew St (paralela a College St) donde está la oficina de turismo en una antigua iglesia. Miramos planos y regalos. Enfrente mismo está un pub verde que solía visitar James Joyce, es el O’Conneill’s. Salimos a Dame Street (continuación oeste de College St) pasando por delante del ayuntamiento (City Hall) hasta la bocacalle del castillo: lo vemos por fuera, admiramos su torreón redondo original; hacemos unas fotos en la plaza de armas y decidimos no visitarlo. Por Castle St llegamos a Christ Church Cathedral: foso en ruinas de su antigua sala capitular. Enfrente mismo su portada románica con los capiteles bastante deshechos por la humedad. Sólo una cabeza en la clave se mantiene en mejores condiciones. Raros arbotantes. Nos asomamos a su entrada: hay un monumento de alabastro y al abrir la puerta se divisa algo del interior. El sepulcro de Strongbow, el atril medieval y la cripta se quedan para otra ocasión. Un arco del fines del s. XIX une la catedral con el edificio que alberga la exposición Dublinia del mismo siglo (la historia de la ciudad de Dublín desde sus orígenes). Su torre, St Michael’s Tower, es un punto privilegiado para ver Dublín, pero desistimos de ello. Por Patrick St llegamos a St Patrick’s Cathedral: nos asomamos y vemos el rincón de Swift con una vitrina donde se exhibe su mascarilla funeraria y objetos del escritor. Se observan también bustos de famosos personajes en mármol y el bullicio de los visitantes. Poco más porque tampoco la visitamos. Cristina y Nacho deciden dar una vuelta por su cuenta, los demás vamos en dirección Merrion Sq, pero apenas pasada la catedral y su cementerio, los que íbamos algo retrasados (Salva, Dioni, María Jesús, Juan y el menda) metimos las narices en la Marsh’s Library construida en 1701, la biblioteca pública más antigua de Irlanda. El que la cuida nos oye y sale en nuestra busca improvisando estúpidas frases en español como “el gato está cómodo.” (u otro ridículo parecido). Nos deshicimos como pudimos de tan pegajoso y absurdo aprendiz de idiomas. Los rezagados por Kevin St Lower y Cuffe St llegamos a St Stephen’s Green a la que dimos una vuelta completa pasando por delante de Newman House con un león sobre el tejadillo de entrada, la universidad católica a que asistieron Pearse, de Valera y Joyce. Por el móvil nos enteramos de que íbamos a comer en una transversal de Grafton St, Duke St. La mayoría optamos por un plato de ternera con guarnición. A la hora del té/café me adelanté a la National Gallery. Fui directamente a las salas 32-33 de pintura española: cuatro Goyas (un pequeño retrato de una dama y el sueño, de buena factura). Algunos Murillos. Allí me vi con el grupo y seguimos visitando otras salas: Caravaglio, algún Rembrandt, un cuadro insuperable de Vermeer (la carta), la sala Yeats (con retratos de su hijo poeta y otros irlandeses). La pintura del s.XX estaba en la sala 23: un Picasso de un cubismo muy inicial, un excelente Modigliani, un arlequín de Juan Gris, etc. Volvimos por St Stephen’s Green, entramos otra vez en el Shelbourne Hotel. Los stand de prensa vespertina atraían a sus lectores con anuncios sensacionalistas “Toddler sees father stabbed to death” del Irish Independent. Dedicamos el resto de la tarde a la zona norte: caminar la O’Connell St. Nos metimos a tomar un café o té en la cafetería que hay en la esquina con Earl St North junto a la estatua de James Joyce con escaparates a la calle. Un simpático viejete octogenario me preguntó por la calle Parnell que resultaba estar más al norte. Hicimos algunas compras en Carroll’s Irish gift shop Nos situamos en la entrada de correos, observamos el obelisco o espiral iluminado en su mitad y en la punta. Reencontramos a Mary. Y ya todos juntos volvimos a Temple Bar a cenar en un restaurante italiano a base de pasta o pizza o fish special (bacalao con couscousse). Un breve paseo por la zona del Halfpenny Bridge (la cúpula de la Mansion House se destaca hacia el este junto con el único rascacielos del centro de Dublín). Las luces de Dublín se asoman al Liffey. De allí al Oliver St John Gogarty bar a por las últimas birras, con música irlandesa en directo (el primer cantante con acento americano). Mis tímpanos sensibles no admitían tanto decibelio y aproveché para darme la ducha que no podría al día siguiente. De nuevo el sueño tardó en llegar hasta que no se difuminaron los sonidos del pub en la madrugada.

DUBLIN 20 MARZO 08
A las 6:30 le propuse a Juan ir a dar un breve y fresco paseo de despedida. Así que atravesamos Temple Bar, el puente O’Connell y por Bachellors Walk (calle del tranvía) regresamos cruzando el puente del medio penique. Nuestros pasos en Dublín estaban contados. Recogimos y a las 7:00 salíamos todos arrastrando nuestros bultos por los adoquines recién amanecidos en dirección al O’Connell Bridge, pasamos el Monumento a O’Connell, seguimos por la izquierda de O’Connell St hasta un poco más arriba de Correos. Allí el autobús de doble techo nos recogió para descabalgarnos en el aeropuerto. Los consabidos trámites: cola para facturación, control de equipaje de mano (al que iba delante de mí le sometieron a férreo marcaje y le encontraron un machete celta que no llegó a su destino). Por fin, el vuelo de Ryannair FR 7086 Dublín-Valencia nos elevó sobre el verde esmeralda de Irlanda con destino a las costas de Francia, los Pirineos (nevados en toda su extensión), el delta del Ebro y la desembocadura del Turia. En Manises estaban los nuestros esperando abrazarnos. Y allí nos despedimos de una semana intensa, fraternal y humana que esperamos se prolongue en el tiempo de otra forma. Gracias a todos y en especial a Mary Murphy por propiciar esta grata e inolvidable experiencia.